
Y cuando el 4 de agosto, Mons. Angelelli, junto al P. Arturo Pinto, retornaba a la Capital riojana, luego del novenario a los sacerdotes asesinados en Chamical, a la altura de Punta de los Llanos, su camioneta fue embestida por un auto "Peugeot 504", que le provocó el vuelco. El cuerpo del Obispo fue sacado y su nuca golpeada contra el asfalto, quedando su corpulenta figura extendida con los brazos abiertos sobre la ruta. Aunque se intentó ocultar el crimen, como un "accidente automovilístico" y la investigación judicial iniciada fue enseguida archivada, en 1983, con el retorno de la democracia, la causa se reabrió. En 1986 el juez Aldo F. Morales dictaminó que la muerte de Mons. Angelelli fue un "homicidio fríamente premeditado", debiéndose identificar los autores. En 1989, los altos jerarcas de las Fuerzas Armadas implicados en el crimen fueron beneficiados por la Leyes de Obediencia Debida y Punto Final que consagraron la impunidad en las violaciones a los derechos humanos.
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