Pobres, asesinos y el 24 de Marzo. Por Pablo Crisóstomo. | ||
Pero ellos volvieron a dar voces diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! Lucas 23:21
“Acepto pobres, no acepto asesinos” nos dice la señora desde su cartel en la marcha por la seguridad. Nos quiere decir “Que sean pobres vaya y pase, porque pobres hubo siempre, pero que no maten, que no roben, que no se metan conmigo”.
Señora, un 24 de marzo, hace 33 años, unos asesinos (a los que usted no llamaría asesinos) se hicieron del poder en este país. Fueron mandados por las minorías pudientes, por los dueños de casi todo, y fueron recibidos con entusiasmo por gente como usted (tal vez por usted misma).
Despojaron al país de lo mejor de una generación que se atrevió a soñar con una patria liberada y con una sociedad más justa y dieron inicio a la aplicación de un modelo económico, el neoliberalismo, que generó la desigualdad social más descomunal de nuestra historia reciente. Es decir, esos asesinos (a los que usted y Susana nunca llamarían asesinos) nos dejaron, entre otras cosas, a los pobres que usted acepta tan comprensivamente.
No sólo eso, esos asesinos (a los que ni Marcelo ni usted llamarán jamás asesinos) hicieron de la policía el antro de mafia y corrupción que es hoy. Esa policía en la que usted deposita la esperanza de que le brinde más seguridad fue formada y diseñada por esos asesinos desde Camps y Etchecoaltz en adelante. Esa policía no puede darle la seguridad que usted anhela porque esa misma policía se alimenta del narcotráfico, la trata de personas, los desarmaderos de autos y otras cosas del mismo estilo.
Esa policía necesita de la inseguridad. Necesita que usted tenga miedo y pida más policía, y después a la gendarmería, y después a la prefectura, ¿y después?
Esa policía, para la que usted quiere más poder, roba, secuestra y (aunque usted no lo crea) asesina. Es decir, los asesinos del ’76 (a los que ni usted ni Moria en su vida llamarán asesinos) también nos legaron otros asesinos, que perpetúan su especie.
Pobres y asesinos tienen la misma usina. Por eso no puede aceptar diligentemente a los pobres sin aceptar a los asesinos, aunque lo escriba en su cartel.
Vaya usted con su pancarta. Aquí nos quedamos nosotros, los que entendemos que pobreza y asesinos son y serán siempre inaceptables.
Pablo Crisóstomo
Movimiento Libres del Sur-La Plata
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