El peronismo santafesino decidirá en el Congreso partidario provincial del próximo primero de marzo cuál será su verdadera identidad con vista a las elecciones municipales y nacionales de agosto y octubre de este año, respectivamente.
El futuro es la década del noventa: Carlos Reutemann sintetiza a los sectores vinculados al hoy diputado nacional Jorge Obeid, varios intendentes y presidentes comunales que fueron los primeros en manifestarse en contra de las decisiones del gobierno de Cristina Fernández por la crisis del campo en marzo de 2008, sindicatos todavía poderosos como la Unión Personal Civil de la Nación, referentes políticos del centro derecha, como ex miembros de la Democracia Progresista y de la Unión del Centro Democrática y diversos grupos económicos no solamente vinculados al agro, tanto de Santa Fe como de otros puntos de la geografía provincial y hasta internacional.
El kirchnerismo de “paladar negro” –de acuerdo con la definición que expresara el propio senador nacional ahora referente del bloque Santa Fe Federal– seguirá siendo fiel a la conducción de Agustín Rossi y a las líneas políticas que bajen desde la Casa Rosada.
A cuarenta años de la Marcha del Hambre encabezada por un sacerdote tercermundista, Rafael Yacuzzi, y por el líder de la CGT de los Argentinos, Raimundo Ongaro, en el norte santafesino, cuando el peronismo era el hecho maldito del país burgués, como alguna vez definiera John William Cooke, el justicialismo del segundo estado argentino debate su futuro entre el kirchnerismo sintetizado en Agustín Rossi o el regreso a los noventa, de la mano de Carlos Reutemann.
Distancia pero no tanto. Los principales referentes kirchneristas alientan la idea de una interna pero coinciden en que será el Congreso partidario el que defina la suerte de la fuerza que gobernó el segundo territorio de la Argentina durante casi un cuarto de siglo, desde 1983 a 2007.
Reutemann ha dicho en la conferencia de prensa del pasado miércoles que no se va del justicialismo pero si toma distancia del Frente para la Victoria.
Rossi, en tanto, ha mantenido silencio de radio en las primeras horas después de conocida la decisión del que fuera dos veces ex gobernador y todavía aspira a ganar la discusión en el Congreso porque –sostienen sus principales referentes territoriales– tienen mayoría entre los delegados. No así en la mesa ejecutiva donde los alfiles de Reutemann tienen el sesenta por ciento de representación.
Otro elemento que comienza a correr entre los dirigentes de todos los sectores son las siempre ubicuas encuestas que reflejan la buena receptividad del ex corredor entre los santafesinos más allá de la vida partidaria.
La segunda coincidencia entre reutemistas y kirchneristas es que la decisión del senador aclara las aguas internas.
Para los seguidores del ex corredor es una medida que le pone “un corralito a la provincia” para evitar que desembarquen experimentos políticos como los impulsados por Mauricio Macri, Felipe Solá y Francisco De Narváez.
Según el punto de vista de los referenciados en Rossi, ya no hay dudas de que “la derecha está conformando una nueva alianza donde ahora se ubica Carlos Reutemann sin ningún tipo de dudas y eso ayuda para retomar el discurso del peronismo”.
La tercera coincidencia es que ninguno de los sectores mayoritarios del peronismo santafesino quiere dejar su camiseta original.
La cuarta coincidencia es la necesidad de enfrentar y derrotar al socialismo encabezado por Hermes Binner en octubre de este año, es decir en las elecciones nacionales donde Santa Fe renueva nueve diputados y tres senadores.
La quinta coincidencia es recuperar el estado santafesino en las elecciones de 2011.Disidencias. Las principales diferencias están centradas en relación con la política del kircherismo respecto del campo, los derechos humanos, la integración al mundo desde lo nuevo que surgió en América del Sur y el manejo de los fondos coparticipables.
Por eso, Reutemann repitió que su decisión de irse del Frente para la Victoria “es una decisión estrictamente de Santa Fe, en defensa del federalismo”.
En las calles de las principales ciudades de la provincia, mientras tanto, ya aparecieron carteles con la foto del Lole y la leyenda: “Conduzca seguro. Reutemann 2009”, y hasta pintadas que auguran el triunfo del hoy senador nacional en 2011 aunque no aclaran si hablan de la presidencia o el retorno a la Casa Gris, sede de la administración santafesina.
Historia santafesina. El productor sojero de Llambí Campbell, impulsado a las pistas políticas por el ex presidente Carlos Menem en 1991, parece encaminarse hacia un nuevo liderazgo del “pjota” –tal como lo describen los kirchneristas– santafesino.
Detrás de él están dirigentes de diversas generaciones, destacándose los intendentes de ciudades como Rafaela, Venado Tuerto y presidentes comunales que encabezaron ruidosas marchas en contra de la aplicación de la Resolución 125, como Osvaldo Salomón, de Chabás, y otros con menor proyección pero igual legitimidad territorial.
Lo que queda de la militancia peronista está junto a Agustín Rossi. Desde allí todavía es posible escuchar hablar de la Constitución de 1949, las banderas históricas del justicialismo, patria y antipatria, pueblo y oligarquía y hasta socialismo nacional. Son sectores que enfrentaron al menemismo y apenas tuvieron participación en las primeras administraciones justicialistas de los gobiernos de José María Vernet (1983-1987) y Víctor Reviglio (1987-1991). Gestiones que terminaron con sendos vicegobernadores procesados judicialmente (Carlos Martínez y Antonio Andrés Vanrell).
Después vino la primera gobernación de Carlos Reutemann, gracias a la aplicación de la Ley de Lemas que la permitió ganar la elección sobre el radical Horacio Usandizaga (hoy presidente de Rosario Central) aunque sacó menos votos individualmente hablando. Fueron los tiempos de las leyes de emergencia económica, los decretos que permitieron a las grandes multinacionales cerealeras quedar exentas del pago de tributos provinciales, la privatización de la ex Dirección Provincial de Obras Sanitarias y la multiplicación de la desocupación con motivo del cierre de decenas de industrias grandes, medianas y pequeñas.
Entre 1995 y 1999, fue el turno de Jorge Obeid, otrora militante de la JP en los ’70. Fueron los días de la enajenación del Banco Provincial de Santa Fe y el puerto rosarino. Siguieron vigentes las leyes de emergencia económica y la exención a las grandes exportadoras.
Cuando Reutemann volvió a la Casa Gris (1999-2003), tuvo la idea de privatizar la Empresa Provincial de la Energía, hecho que no pudo concretar por la férrea oposición de los sindicatos de Luz y Fuerza y la militancia peronista opositora a las ideas conservadoras de la administración De la Rúa. Pero fueron dos hechos que marcaron a fuego la relación de Reutemann especialmente con distintos sectores sociales de las principales ciudades de la provincia, Santa Fe capital y Rosario. La cacería humana que llevó adelante la policía provincial en diciembre de 2001 con un saldo de ocho muertes; y la inundación de abril de 2003 que se devoró a la tercera parte de la ciudad de Santa Fe a partir de una obra que costó millones de dólares pero que nadie se percató que no había sido terminada.
La segunda administración de Obeid dejó como saldo la anulación de la Ley de Lemas, lo que posibilitó el triunfo del llamado Frente Progresista, Cívico y Social que encabezó Hermes Binner.
El peronismo santafesino de las grandes movilizaciones de los años ’70 terminó con el triunfo de Menem en 1989. La memoria popular satanizó las primeras dos administraciones (Vernet y Reviglio) y las separó de las de Reutemann y Obeid a quienes se los consideró “transparentes” y “honestos”. Para esto ayudaron las monumentales partidas publicitarias para los grandes medios de la provincia.
Hoy, el peronismo santafesino parece ser el resultado de los proyectos de apenas un puñado de dirigentes que mantienen una profunda adhesión en los sectores más saqueados de la provincia. Tal vez por eso los grandes medios nacionales quieran manipular la suerte del peronismo santafesino desde sus intereses minoritarios.
Quizá por algo de estas postales santafesinas, el futuro del justicialismo vernáculo tenga el conocido color de los años noventa, el que tiñe a Carlos Reutemann.
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